Eduardo Galeano escritor Uruguayo nos
dice “Yo quise ser jugador de fútbol como todos los niños uruguayos. Jugaba de
ocho y me fue muy mal porque siempre fui un “pata dura” terrible. La pelota y
yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor no correspondido.”. (Galeano.
2002, pp. 5). Denotamos en estas
palabras lo que denominaré como “El don del Crack”, el deporte de las patadas
es un arte destinado para algunos pocos, herederos de las canchas por
naturaleza, los hijos favoritos de Dios. Y no solo por la picardía delante de
un balón encaminado hacia el arco del rival sino por la humildad que su camino
le ha enseñado, un porcentaje muy grande de los futbolistas profesionales
actuales y de todos los tiempos han salido de los “guetos” donde toman este
arte como un sueño donde son libres de esa realidad y por esto trascienden, un
ejemplo claro es el delantero de Club Atlético de Madrid Diego Costa que empezó
dando patadas a un balón en la calle debido a la condiciones que rodeaban a su
familia y a la localidad donde vivía no
pudo jugar en un equipo oficial hasta los 16 años al no poder recibir la formación
de fuerzas básicas que hoy en día se ha naturalizado tanto, pero no para Diego
Costa esto fue algo innecesario o si lo queremos ver de otra manera fue innato
el poseía la carga celestial para ser grande.
Y así el caso de
Diego costa no será ni es el primer o ultimo caso de un futbolista que posee
dotes sobrenaturales por naturaleza valga la redundancia.
* Eduardo Galeano. (2002). El fútbol a sol y sombra y otros escritos. Córdoba - Argentina:
Ediciones P/L@.
Jesús Alexander Zúñiga Santos